i decided to write you a letter, although
i suppose i’m beginning to discover that
all i write are letters
that sometimes don’t arrive
that almost never
arrive
but that are born, like every writing, of
urgency
and of silence
and that is what you are, too:
an urgency
a silence
***
i don’t know if it is possible to save the abyss between two
worlds,
between two bodies
between two mouths that move without emitting
any sound, i don’t know
if it is possible to face the cold of bare
feet over tile
the cold that darts like an insect across the body
(the body
moves
without emitting any sound)
skin against skin as if they were at war
as if i were watching you, and in my gaze you
were already deforming
and i don’t know if it is possible to save the abyss
between two eyes that confront each other
(touching you, touching me, the body was the only
reciprocity)
***
(you said let’s go and i said yes,
and we left, slowly
– carry me toward you
on paths no one else knows –
i remember how you were that night,
pure levity, space
pain-free in the treeless garden
you molded me without breaking me, you molded me
without deforming me
without cutting me open, and you touched me
almost without touching
like the puff of air that nevertheless moves the tops of
trees
but even so i carry with me a scar
– every body is a scar on the surface of
time –
the indelible marks on the skin that i call on since
then
when on violent days i search for the comfort of
ceremony
that you are
i am summoning you, i summon you
like the absence of pain that you were one day
and this means that i speak without speaking and only
formulate a prayer
that reduces itself to your name
i say
your name
and i try to remember all the bodies that i know,
i try
to compose a mosaic of bodies that touch each other and that in
their touch generate beauty
– beauty is a helpless body, intimacy
that brutal defenselessness –
they are slippery bodies, mobile, flexible,
they are brittle bodies that overlap without eradicating themselves,
and it is in this call that i pronounce where
my most primitive will is born
the most human
desire
that i have, my artifice
against solitude
is this desire of bodies that want to transcend themselves
against themselves
and i surrender myself to them desperately, i surrender
to this looking without harming, to this searching, calling and
refusing any trace of pain, to requiring you
like i require you
without forcing you to come
only summoning you
in a voice so low it makes you tremble
in the depths of delicacy
not in the walker but rather in the swimmer who draws near
making way to the earth
to the solid shore of the body
that, before you, will cede of its own free will
that will surrender itself to you without claiming itself, without leaving
me, occupying
miraculously
exactly the same space i occupy)
***
because you are like water, like everything
that is already fading
like smoke
when you leave and only a trace of you remains
in the air
i watch you as one witnesses a thawing
i watch you detach yourself
from something i cannot touch
but i can recognize
when you are distant
when you don’t occupy
(like water doesn’t occupy)
the calmness of the earth’s surface
when i inhale
and your emptiness is a filter of my memory
(this river is yours, yours,
too, is this body)
***
i watch you
when i’m not present
in the intimacy where i don’t exist, i contemplate you
i ask myself if you exist,
if you are present in my absence
or if you exist only in my gaze
within me
(required blindness, then
the touch happens and you,
definitive and solid,
molded by my hands,
you happen again)
(a withdrawal, a
recovery)
(a solace)
decidí escribirte una carta, aunque
supongo que empiezo a descubrir que todo
lo que escribo son cartas
que a veces no llegan
que casi nunca
llegan
pero que nacen, como toda escritura, de la
urgencia
y del silencio
y eso eres tú también:
una urgencia
un silencio
***
no sé si es posible salvar el abismo entre dos
mundos,
entre dos cuerpos
al frío que sube como un insecto por el cuerpo
entre dos bocas que se mueven sin emitir
ningún sonido, no sé
si es posible hacerle frente al frío de los pies
descalzos sobre las baldosas
(el cuerpo
se mueve
sin emitir ningún sonido)
la piel contra la piel como si hubiese guerra
como si te mirara y en mi mirada ya te estuviera deformando
y no sé si es posible salvar el abismo
entre dos ojos que se oponen
(tocándote, tocándome, el cuerpo era lo único
recíproco)
***
(dijiste vamos y yo te dije que sí,
y nos retiramos despacio
– llévame a ti
por caminos que nadie más conoce –
te recuerdo como fuiste esa noche,
pura levedad, espacio
indoloro en el jardín sin árboles
me moldeabas sin romperme, me moldeabas
sin deformarme,
sin incidir en mí, y me tocabas
casi sin tocar
como el soplido que sin embargo mueve las copas de los
árboles
pero aún así llevo conmigo una cicatriz
– todo cuerpo es una cicatriz sobre la planicie del
tiempo –
las marcas imborrables de la piel que llamo desde
entonces
cuando en los días violentos busco el consuelo de la
ceremonia
que eres tú
te estoy convocando, te convoco
como la ausencia de dolor que fuiste un día
y esto quiere decir que hablo sin hablar y solamente
formulo una plegaria
que se reduce a tu nombre
digo
tu nombre
e intento recordar todos los cuerpos que conozco,
intento
componer un mosaico de cuerpos que se tocan y que en
su tacto generan la belleza
– la belleza es un cuerpo desvalido, la intimidad
esta brutal desprotección –
son cuerpos resbaladizos, móviles, flexibles
son cuerpos quebradizos que se solapan sin erradicarse,
y es en esta llamada que pronuncio donde nace
mi más primitiva voluntad
el deseo
más humano que tengo, mi artificio
contra la soledad
es este deseo de cuerpos que buscan trascenderse
a contracorriente de sí mismos
y me entrego a ellos con desesperación, me entrego
a este mirar sin hacer daño, a este buscar, llamar y
rechazar cualquier atisbo de dolor, a requerirte
como yo te requiero
sin forzarte a venir
convocándote solo
en voz tan baja que te haga estremecer
en las profundidades de la delicadeza
no en el caminante sino en el nadador que se aproxima
abriéndose paso hasta la tierra
hasta la orilla sólida del cuerpo
que ante ti cederá por voluntad propia
que a ti se entregará sin reclamarse, sin apartarse de
mí, ocupando
milagrosamente
exactamente el mismo espacio que yo ocupo)
***
porque eres como el agua, como todo
lo que está ya desvaneciéndose
como el humo
cuando te marchas y de ti queda sólo una huella
en el aire
te miro como quien asiste a un deshielo
te miro desprenderte
de algo que no puedo tocar
pero sí reconocer
cuando estás lejos
cuando no ocupas
(como no ocupa el agua)
la quietud de la superficie terrestre
cuando aspiro
y el vacío de ti es una filtración en mi memoria
(tuyo es este río, tuyo
es también este cuerpo)
***
te miro
cuando no estoy presente
en la intimidad donde no existo te contemplo
me pregunto si existes,
si es que estás en mi ausencia
o si eres solamente en mi mirada
dentro de mí
(ceguera requerida, luego
acontece el tacto y tú,
definitivo y sólido,
creado por mis manos que moldean,
aconteces de nuevo)
(una renuncia, una
recuperación)
(un consuelo)